
Y entonces respiras, y sientes
como el aire puede volver a circular.
Te llenas de energía nueva a cada inspiración,
sientes ese leve movimiento,
un vaivén, puede que
no tan lejano.
Pongamos que conduces,
y no chocas,
no paras,
solo cierras los ojos, y
te dejas llevar,
suena un runrún que no te saca de tu camino.
Eres línea recta en la carretera,
como la que indica los carriles,
flecha certera capaz de dar en el blanco.
No necesitas abrir lo ojos,
te sirve con escuchar la música
y el silencio a partes iguales,
y te relajas,
como nunca antes.
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