martes, 17 de mayo de 2016

LA FLOR

Imagen de blue, flowers, and indie
A mí me gustaría ser como aquella flor. Aunque seguro que cuando te señalo y digo eso me preguntes cual, en esta floristería nada está claro.
Lo más probable es que me preguntes por aquella rosa, que con el rayo de sol, parece perfecta; pero te diré una cosa, esas espinas le están empezando a pasar factura. No me refiero a la rosa, a la de más a la derecha.
Entonces te fijarás en el clavel, esa flor que a todos les gusta, porque tiene miles de formas, colores, y en todas ellas, es una flor preciosa. Pero la perfección tiene su riesgo, si eres tan perfecto, cuando no lo seas, decepcionarás.
Luego seguro que le toca el turno a la orquídea, porque te conozco. Sabes? Dicen que está de moda, porque es lo que usan para decorar, pero yo no quiero ser parte del decorado, yo quiero ser artista, y no me conformo con papel secundario, no, yo soy protagonista.
Podríamos pasarnos el día así. Mencionarás la margarita que está moda, solo porque en contraste con la rosa, no es nada, y eso a la gente le gusta. Podrías decirme el tulipán, con sus pétalos perfectamente recogidos, que son tan bonitos; pero jamás verás el interior. Dirás: la campanilla tal vez, es más abierta, pero siempre contemplando el suelo.
A lo que quiero llegar es que las flores son como los humanos, cada una con una belleza que las caracteriza, pero todas que sus rasgos negativos. A la flor que me refería es una a la que nunca llamaríais flor, porque tal vez no lo sea. Yo quiero ser la flor del cactus. Está obligada a vivir el resto de su vida anclada a esas espinas que cada vez duelen más, pero aun así, puede aguantar eso y más.
Supongo que estará dolida porque nadie se acerca a ella, aunque no sea su culpa. Nadie la elige por ella, porque probablemente no le den tiempo a crecer; y ella verá a la gente, comprando rosas llenas de espinas para mostrar su amor, y ella también tiene espinas, pero no la eligen.
Me encantaría ser la flor del cactus, pero jamás lo lograré, para ello hay que ser muy fuerte, y yo parezco un tulipán, algún día podría llegar a ser rosa, incluso clavel. Algún día todos somos margaritas, pero las modas no duran siempre. A veces parezco una enorme campanilla, que parece que se cierra más, y más. Hasta me planteo conformarme con ser orquídea por momentos.
Pero luego, ya no. Las flores crecen gracias al sol, y alguien las pone cerca de la ventana, sobre todo a las más necesitadas como las campanillas, que de vez en cuando consiguen que levante la cabeza. Alguien las riega todos los días para que jamás se murchen. Siempre hay alguien que te levanta en medio de la guerra para ayudarte a escalar sin brazos.
Pero me desvío del tema, que lo que importante no es ser perfecto, bonito, modas, decoración o... colorido. Porque al final lo que de verdad importa en la batalla es ser fuerte.

No hay comentarios:

Publicar un comentario