TODO EN ELLA

Sus curvas
siempre me recordarán
al borde de un precipicio,
tan tentadoras
y a la vez tan peligrosas.

El borde
de su labio inferior
siempre será el lado
del que bebo por el vaso.

Sus manos
siempre serán mi cinturón,
que me sujetan desde atrás
con fuerza.

El sonido de su voz,
que me susurraba, antes de cada noche;
antes de que el negro
se convirtiera en negrura.

Sus ojos,
que suplicaban todas la mañanas,
aquel beso que sellaba
que seguíamos amándonos.

El tono avellana de los mismos,
que se perdía con su cabello rubio,
y su piel blanca amarronada.

Porque era un poema,
y todo poema necesita una estrofa,
porque era...

porque fue el único poema
que no me hizo llorar hasta que se fue.