Tú soltabas palabras,
y yo las iba tirando.
No servían de nada,
pero aun así, seguías hablando.
No veías como a mi me daban igual,
como no servían para nada.
Por eso me gustas.
A ti te da igual ser el aire invisible,
o el mar transparente.
Por eso sé que siempre me querrás,
por que jamás te importarás.
Y aunque todo esto sea cierto,
quiero que sepas,
que todas tus palabras son idiotas.
Y aunque eso sea cierto,
las mías siempre lo fueron más.
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