A veces es necesario lanzar los dados,
para que tu cabeza deje de dar vueltas.
Por que sí,
no lo niegues,
la estás mareando.
Y ella se cansa,
y no dejas de girar,
y dar otras tres vueltas,
y luego le añades cinco.
Así que sí,
lanza los dados.
Maréalos a ellos entre tus dedos,
luego lánzalos,
y que rueden más por el suelo.
Y ya,
cuando paren,
los habrás seguido,
y habrás llegado a donde debes.
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