El sol ardía en mi espalda
mientras caminaba por
las calles desiertas
a causa del sol.
Las hojas verdes,
se remordían por
dentro a causa del calor,
y de la escasez de agua.
Sentían el verano en
sus raíces,
que pensaban en el invierno;
que las congelaban,
y las obligaba a dejar
de sentir.
El agosto brillaba en
el sol,
y lloraba,
porque solo podían
pensar en las nubes,
que estaban hechas del
duro enero.
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